lunes, 31 de diciembre de 2012

¿Tanto ha cambiado?


¿Quién no se ha reencontrado con alguien a quien amó? Los ojos por los que nos iluminaba el fulgor del mundo son unos ojos hoy corrientes: ni si quiera grandes, o de un tono verde especial como nos parecía, o sin la oblicuidad que nos emocionó. Las manos bajo cuyo tacto nos esfumábamos, hoy aparecen cruzadas, indiferentes, invisibles de puro normales. Los labios por cuyos besos fallecíamos nos hablan hoy de un tema tan poco interesante que miramos el reloj sin darnos cuenta…Qué experiencia tan terrible la de enfrentarnos con a quien ayer amamos y con quien ayer fuimos… ¿Tanto habrá cambiado? Se ha evaporado quizá el aliciente del deseo. Paso el tiempo y transformó aquel ayer en hoy. No podré quizá tomar entre las mías estas nuevas manos, inclinarme sobre esta nueva boca, reflejarme en estos nuevos ojos. 

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