- ¿Desde cuándo tienes miedo a la oscuridad?
- No le tengo miedo, la odio. Te juro que la odio bestiálmente desde que me recuerda a ti y a tus puñeteros ojos...son como dos agujeros negros en el cielo.
- Anda chicapinkfloyd, ven aquí.
"Las palabras son inútiles,tercas,retorcidas como tornillos que no entran rectos. Y me cansan.Pero son lo único que tengo. (...) El mecanismo hace tiempo que dejó de resultar intrigante o atractivo. No hay desafío.No hay chispa.No hay color. El mundo es tan gris como mi asco. Las palabras son los puntales de mi abulia. Pero son–lo he dicho,lo repito–lo único que tengo." Roger Wolfe
viernes, 23 de agosto de 2013
Sentencia.
El amor (o la locura) cambia de forma, en otros gestos se esconde mas yo de lo que soy adicta es del sentimiento y no de las figuras donde habita. Así pues, mis poemas, mis palabras y mi adicción no son de una persona, sino de quien sea capaz de ofrecerme el gran placer de lo dulce-amargo de la pasión.
martes, 6 de agosto de 2013
Hazme poesía.
Ella no era poeta, era poesía.
Él comenzó a escribir el primer verso detrás de su oreja y continúo por la nuca.
Le dijo sin palabras que era la belleza de la nieve y la calidez de los besos húmedos.
Creó poesía por su espalda desnuda donde sus lunares tildaban las palabras. La V de valentía se dibujó debajo de su ombligo, la L de Locura rozó sutilmente su cuello y las siete letras de Éxtasis dormitaron como haches mudas sobre sus pechos.
Hizo verso libre mientras conducía por las curvas de su cintura.
Llenó de metáforas el trayecto entre sus caderas y perfiló con aliteraciones la sutil línea de sus ingles. Entre los muslos de ella, con la tinta de su lengua, escribió onomatopeyas allí donde la petite mort resurgía.
Él comenzó a escribir el primer verso detrás de su oreja y continúo por la nuca.
Le dijo sin palabras que era la belleza de la nieve y la calidez de los besos húmedos.
Creó poesía por su espalda desnuda donde sus lunares tildaban las palabras. La V de valentía se dibujó debajo de su ombligo, la L de Locura rozó sutilmente su cuello y las siete letras de Éxtasis dormitaron como haches mudas sobre sus pechos.
Hizo verso libre mientras conducía por las curvas de su cintura.
Llenó de metáforas el trayecto entre sus caderas y perfiló con aliteraciones la sutil línea de sus ingles. Entre los muslos de ella, con la tinta de su lengua, escribió onomatopeyas allí donde la petite mort resurgía.
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