lunes, 31 de diciembre de 2012

Simplemente será pereza


Antes tomábamos medidas oportunas para recuperar lo que no habíamos perdido todavía: nos hostigaban la inseguridad y la impaciencia como a Ío los tábanos. Pero todos los castillos inexpugnables han sido ya expugnados; todos los acompañantes insustituibles han sido ya sustituidos; todos los amores inolvidables, olvidados… ¿Olvidados? No, sino que fuimos embotando los largos filos que nos ensangrentaban. ¿Es que somos más fuertes? No, acaso es que somos simplemente más nuestros, y hemos ido cerrando las ventanas. O acaso es que empezamos a ser cada vez menos, y volvemos la mirada hacia dentro. La sangre se nos hace perezosa. Y el llanto.

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