jueves, 24 de abril de 2014

Es mucho más.

Pienso que algo se nos escapa. Quizá sea la vida, quizá nosotros mismos. Obsesionados con ese reloj de arena que hace tiempo dejó de ser desierto.
Y tú y yo continuamos caminando muy cerquita, a veces sin rozarnos y otras veces, rozándonos demasiado.
Nos escondemos entre el tráfico, el cemento y la rutina, buscando sobrevivir a base de café y canciones tristes, un tanto perdidos entre máscaras y gente de papel.
Siempre con esta peste a poesía que nos acompaña a cada rincón del mundo, tan tópico de las historias que tienen tanto de inviable como sus protagonistas.
Porque cuando te miro se me tuerce la sonrisa y la vida. Porque cada vez que siento que te pierdo, mi mente se vuelve una cloaca y tú te conviertes en basura.
Y de nuevo vuelvo a pensar que la vida es mucho más que estar esperando... Pero espero.

sábado, 19 de abril de 2014

Más allá del bien y del mal.

Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.

jueves, 17 de abril de 2014

Soy.

Soy cada uno de los lugares en los que he estado.
Soy los caminos que me quedan por recorrer.
Soy los puentes que dinamito cuando me marcho,
que si tengo que volver... ya volveré por otro lado.
Soy un sueño en el que tengo una pesadilla por no poder soñar.
Soy lo que me hace llorar y cuando lloro, soy yo cada una de mis lágrimas.
Soy los espasmos de una polla sin agujero.
Soy la gangrena en unos pezones de miel.
Soy la tristeza de una paja a oscuras.
Soy una muñeca hinchable buscando un alfiler.
Soy el cartel de “aforo completo” en un tanatorio.
Soy la resaca de una abstemia de besos.
Soy la lluvia y soy el charco.
Soy la necesidad de que algún día el amor mueva el mundo.

A veces, quiero ser yo.

Vivo en una duermevela.

Aunque pensando con una mente enfermiza y coja de equilibrio como la mía, yo vivo en un agujero negro.
¿Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de correr?
De romper con todo, de huir, de hacerse un ovillo con el solitario deseo de que el tiempo pase.

En días me busco, en días me encuentro y en días me suicido.
No me he movido pero no estoy dónde estaba.
Quiero saber si soy verdad o si me engaño.

A veces camino solo. A veces la soledad me acompaña.
A veces me río de mí. A veces la risa soy yo.
A veces hablo pero no me escucho. A veces escucho pero no puedo hablar.
A veces me callo y mi conciencia me escupe veneno de 50 céntimos la garrafa.

Y todo porque, a veces, quiero ser yo,
pero, a veces, me niego.
Y entonces, sufro. Sufro y mi corazón hecho papel y lapicero escribe renglones desesperados.

Mis ojos lloran arena.
Mi alma huye perseguida por mi mismo.
Mi sangre acaricia la esperanza y al tocarla se hace costra.
Busco mis manos para protegerme pero son de humo.
Un humo podrido, desdentado y yonqui.

Y todo porque, a veces, quiero ser yo,
pero, a veces, me niego.


Simple.

Entre nosotros, rara vez usamos el te amo, más bien decimos te quiero, o te quiero mucho, o te quiero muchísimo.Pero ¿qué estamos diciendo con ese <Te quiero>?
Yo creo que decimos: Me importa tu bienestar. 
Cuando quiero a alguien, me doy cuenta de la importancia que tiene para mí lo que hace, lo que le gusta y lo que le duele a esa persona. 
Te quiero significa, pues, me importas; y te amo significa: me importas muchísimo. Y tanto me importas que, cuando te amo, a veces priorizo tu bienestar por encima de otras cosas que también son importantes para mí.
Esta definición (me importas) no transforma al amor en una gran cosa, pero tampoco lo reduce a una tontería... Conducirá, por ejemplo, a la plena conciencia de dos hechos: no es verdad que te quieren mucho aquellos a quienes no le importa demasiado tu vida y no es verdad que no te quieran los que viven pendientes de lo que te pasa. 
Repito: si de verdad me quieres, ¡Te importo!
Y por lo tanto, aunque me sea doloroso aceptarlo, si no te importo, será porque no me quieres. Esto no tiene nada de malo, no habla mal de ti que no me quieras, solamente es la realidad, aunque sea una triste realidad. (Dice una canción de Serrat:" Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio..." Quizá haya que entender que eso es lo triste, que no tenga remedio.

27 de abril del 2013.

'Podemos tener espacios en el mundo del otro y espacios comunes a los dos. Pero cuando te vas... Te vas con tu mundo y yo me quedo con el mío.

Si yo renuncio a ser el centro de mi mundo, alguien va a ocupar ese espacio.
Si giro a tu alrededor empiezo a estar pendiente de todo lo que digas y hagas. Entonces vivo en función de lo que me permitas, de lo que me des, de lo que me enseñes, de lo que me muestres, de lo que me ocultes... Y por otro lado, cuando me doy cuenta de que soy el centro del mundo de otro, me empiezo a asfixiar, me pudro, me canso y quiero escapar.

Mi idea del encuentro es: Dos personas centradas en ellas mismas que comparten su camino sin renunciar a su centramiento. Si no estoy centrado en mí, es como si no existiera. Y si no existo, ¿Cómo podría encontrarte en el camino?

Hay que tener el coraje de ser el protagonista de nuestra vida. Porque si se cede el protagónico, no hay película.'

Marzo

No quiero que cambies. No para mí.

Quiero aceptarte como eres aun cuando este sea el camino de separarnos.
Prefiero que te alejes de mí por ser como soy, a que permanezcas conmigo para cambiarme.

De todas maneras, si puedo elegir, elijo que me aceptes para quedarte, elijo aceptarte y tenerte cerca, tan cerca como ahora…

Jorge Bucay.

miércoles, 16 de abril de 2014

Noche de bodas.

Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas, 
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.

Cuando yo quiero que duela.

Cómo duelen estos días, y qué lento anda el tiempo.
Cuesta. Duele. Sólo a veces.
No cuando decides hacer que duela sino cuando haces que duela sin quererlo...
Y pensándolo bien, cuando yo dejo que duela.

No.

¿Es el hombre un individuo soberano que es dueño de su persona, de su mente, de su vida,su trabajo y sus productos?¿O es propiedad de la tribu, del estado, de la sociedad,del colectivo,que pueden disponer de él de cualquier manera que les plazca, que pueden dictar sus convicciones, preinscribir el curso de su vida, controlar su trabajo y expropiar sus productos? ¿Tiene el hombre derecho a existir por su propio provecho- o nace en la esclavitud como un sirviente endeudado que ha de seguir comprando su vida sin poder llegar a adquirirla de forma absoluta?...La cuestión fundamental es sólo: ¿EL HUMANO ES LIBRE?" Ayn Rand.

Aléjate.

Para escribir historia es necesario que no exista ninguna pasión, ninguna preferencia, ningún resentimiento, lo que es imposible evitar cuando a uno le afecta el acontecimiento. Creemos simplemente poder asegurar que para describir bien este acontecimiento o al menos para relatarlo justamente, es preciso estar algo lejos de él, es decir, a la distancia suficiente para estar a salvo de todas las mentiras con las que pueden rodearle la esperanza o el terror.

Marqués de Sade, Historia secreta de Isabel de Baviera, reina de Francia (Prefacio)

En las clases de Hispánicas.

En las clases de Hispánicas
no hay nadie que haya bebido
en el salón de Bukowski
ni que haya dicho a Alejandra
qué coño hacer con el miedo.
Los primeros de la clase
no lloran con Oliverio
pero dicen que han leído 
a los autores que importan.
Como esos grupos de chinos
que en un día ven diez países
sacan fotos y se sienten
conocedores del mundo.
Los primeros de la clase

cuando estudian siete horas
salen afuera al descanso
miran al cielo y ven solo
nubes con forma de nube,

eso los tranquiliza.

Manuel Pujante.

Fuego.

El odio está infravalorado, se quejan demasiado de él, pero eso es porque ignoran que la indiferencia es mil veces peor que el odio. El odio es fuego, un fuego que quiere quemar, pero quiere quemar a quien considera alguien, y ese alguien debe ser lo suficiente importante como para estar presente en la mente del que odia y dedicarle tanta de su atención. Pero la indiferencia no, la indiferencia te anula, te convierte en un cero, ni sumas ni restas.

20 de marzo

Merecemos desangrarnos por alguien que nos hace curar.
No curarnos de los que nos desangran.

domingo, 13 de abril de 2014

Se acabó el show.

'Me agarré a David como si fuese el último helicóptero de Saigón. Volqué en él todas mis esperanzas de salvación y felicidad. Y, sí, me enamoré de él. Pero, si pudiese usar una palabra más fuerte que <<desesperadamente>> para describir cómo quería a David, la usaría, porque el <<amor desesperado>> siempre es el más bestia.

En los casos de amor desesperado siempre pasan estas cosas ¿no? El amor desesperado consiste en inventarse un personaje, exigir a la persona amada que lo represente y hundirnos en la miseria cuando se niega a convertirse en ese ser de ficción. Pero, ay, qué bien lo pasamos durante aquellos primeros meses en que él aún era mi héroe romántico y yo aún era su sueño viviente. Nunca había imaginado que pudiera existir tanta emoción y tanta compatibilidad. Nos inventamos un lenguaje propio. Hacíamos excursiones y nos perdíamos por las calles... Nos pusimos un mote, nos marcamos metas; hicimos promesas y juramentos.

Nuestros primeros meses era como el montaje cinematográfico de las escenas de enamoramiento de todas las películas de amor que hayan visto... Pero de repente todo cambió, fue entonces cuando él empezó a retroceder y cuando vi el lado oculto de mi apasionado héroe romántico, el David solitario como un náufrago, frío como un témpano, Inmaduro como un adolescente.

Lo cierto es que me había hecho adicta a David (en mi defensa debo decir que él lo había propiciado por ser una especie de hombre fatal) y ante su falta de atención cada vez mayor yo empecé a sufrir unas consecuencias fácilmente previsibles. La adicción es típica en todas las historias de amor basadas en el encaprichamiento. Todo comienza cuando el objeto de tu adoración te da una dosis embriagadora y alucinógena de algo que jamás te habías atrevido a admitir que necesitabas -un cóctel TÓXICO- sentimental, quizá, de un amor estrepitoso y un entusiasmo arrebatador-. Al poco tiempo empiezas a necesitar desesperadamente esa atención tan intensa con esa ansia obsesiva típica de un yonqui Si no te dan la droga, tardas poco en enfermar, enloquecer y perder varios kilos (por no hablar del odio al camello que te ha fomentado la adicción, pero que ahora se niega a seguirte dando eso tan bueno, aunque sabes perfectamente que lo tiene escondido en algún sitio, maldita sea, pero antes te lo daba gratis). Mientras tanto, tu ser amado te trata como si jamás te hubiera amado con una pasión fervorosa.

Pues ya está. Ya has llegado al destino final del amor caprichoso.'



Come, Reza y Ama.