jueves, 17 de abril de 2014

A veces, quiero ser yo.

Vivo en una duermevela.

Aunque pensando con una mente enfermiza y coja de equilibrio como la mía, yo vivo en un agujero negro.
¿Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de correr?
De romper con todo, de huir, de hacerse un ovillo con el solitario deseo de que el tiempo pase.

En días me busco, en días me encuentro y en días me suicido.
No me he movido pero no estoy dónde estaba.
Quiero saber si soy verdad o si me engaño.

A veces camino solo. A veces la soledad me acompaña.
A veces me río de mí. A veces la risa soy yo.
A veces hablo pero no me escucho. A veces escucho pero no puedo hablar.
A veces me callo y mi conciencia me escupe veneno de 50 céntimos la garrafa.

Y todo porque, a veces, quiero ser yo,
pero, a veces, me niego.
Y entonces, sufro. Sufro y mi corazón hecho papel y lapicero escribe renglones desesperados.

Mis ojos lloran arena.
Mi alma huye perseguida por mi mismo.
Mi sangre acaricia la esperanza y al tocarla se hace costra.
Busco mis manos para protegerme pero son de humo.
Un humo podrido, desdentado y yonqui.

Y todo porque, a veces, quiero ser yo,
pero, a veces, me niego.


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