martes, 31 de mayo de 2011

Trazos

Cuando le dejaba atrás y se sumía en la soledad que solía encontrarse su casa, allí se empezaba a remover su interior y se sentía mal, mal no por su comportamiento irrazonable y egoísta...es más, ese era el problema, se sentía mal por no avergonzarse de su ego, por no querer coger el teléfono y marcar los nueve dígitos que tan de memoria se sabía o al menos mandarle un mensaje a su móvil, por ser tan estúpida de no hacer nada, simplemente arroparse en un rincón de su casa, esperando a que de nuevo vuelva, a que sea él quien pida perdón y se sienta culpable. Se daba asco para qué mentir, pero no sentía culpabilidad por ser escoria.

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