jueves, 2 de junio de 2011

Cuando llegues, amor.

Cuando llegues, Amor, tendrás que recibirme como soy, no como te imaginas...Empezaremos juntos a nacer; pero no será posible desentenderse de los pesados lazos del recuerdo.Yo sé que tus facciones inauguran el mundo:procuraré que no se interpongan entre tú y yo facciones anteriores, la fresca piel sobre la que dormí, las caricias a las que me acostumbré, los extremados cuerpos que asaltaron mi soledad un día, el deseo que jamás se agota...y se agotó. Amor, quizá no te fuiste. Jugaste al escondite y eres el mismo siempre, que aparece y desaparece como en broma...Si es así tarda en cambiar de cara. Quédate quito aquí. Mirémonos a los ojos despacio: NO MÁS DESASTRES, NO MÁS CRÍMENES...No cambies de sonrisa, ni de rasgados ojos, ni de manos. No mudes el color de tu pelo, ni la forma de entrecerrar los párpados cuando se acerca el beso. Deja caer tu cuello sobre la almohada con el mismo desmayo de ayer. Deja tus brazos en torno a mi cuello igual que una bufanda para los días de frío venideros...No te disfraces, no finjas alejarte; no te hagas el dormido.Porque no hay demasiado tiempo, y habrá que darse prisa... Pondremos los recuerdos encima de la mesa. Encima de la mesa los recuerdos comunes, como una manoseada baraja que va a jugar por fin su última partida. Una partida en que nos asesoren todos los recuerdos que hemos sido hasta ahora tú y yo.

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