martes, 17 de junio de 2014

Una tarde de domingo.

Acabo de descubrir que el amor es una tarde de domingo.
Ahora sé que no bastará con amarnos.
Querrá que vayamos al teatro, que paseemos de la mano por las estrechas calles, que le bese las cicatrices, le lama los tatuajes y querrá convertirme en una versátil pieza de arte.

Joder, el amor es una tarde de domingo.

Ahora sé que me preguntará mil millones de veces si de verdad le quiero.
Tiene miedo de que el amor acabe. O de que ni empiece.
Los dos sabemos lo asquerosamente caprichoso que es el amor.
"¿Me quieres?" Por supuesto. "¿Mucho?" Muchísimo. Pero muchísimo nunca será suficiente porque el amor es una tarde de domingo.

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