Tú sabes que en el purgatorio no hay
amor doméstico con muebles de skay.
No es que no quiera, es que no quiero querer,
echarle leña al fuego del hogar y el deber.
La llama que me quema cada vez que te veo
me dice que es absurdo programar el deseo,
al cabo de unos años estaríamos los dos
adultos y aburridos frente al televisor.
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