lunes, 16 de septiembre de 2013

Retales de lo que será.

Si eres tan amable, dejémonos de jueguecitos... Sí, es verdad, antes me encantaba jugar, me excitaba. Pero ya no, serán cosas de la edad que te obliga a tener la mente cuadrada. Te obliga a ser aburrida, ya no quieres metáforas, no soportas las ironías, ni las idas y venidas. Ya no soportas ni al amor. Debes mirar el telediario sintiendo cómo se te revuelven las tripas mientras una lo único que quiere es huir, acurrucarse debajo de las sábanas esperando a que te devore el monstruo que hay debajo de la cama antes que este mundo de mierda. Al menos es más divertido que morir de disgustos. Cuando eres adulto ya no quieres enredaderas y si quisieras, no te lo permitirían. Tienes que crear tu jardín (si hacer lo que hace la gran mayoría puede llamarse crear), por supuesto en el cuadradito que te corresponde, arrancando los hierbajos salvajes y podando unos perfectos setos que queden bien con el ordenado, lógico, geométrico y aburrido jardín. ¿Sabes lo único que te puede salvar? El arte. Eso es lo único que te salva. Si actúas de forma extravagante rompiendo con las normas de comportamiento establecidas y eres, por ejemplo, ama de casa... Estás loca. " Yo creo que bebe más de la cuenta...", "Desde que le dejó su marido no da pie con bola..", "No pudo tener hijos y mírala, pobrecita, ha perdido el norte...". Dirán. Pero si eres artista, ahí la cosa cambia. Esa es tu excusa porque rentabilizas tu locura, le sacas beneficio, entonces ya no estás tan mal de la cabeza. Se te permite.
Yo era de espirales y laberintos. Tú lo sabes bien. Pero eso era cuando yo era aún yo. La vida ¿No? ¿Para qué señalar a la mujer del espejo, a los que fueron tus amigos, a la familia, a las pastillas o... a ti? En el momento que tu madre decide que llegues a su mundo, ya no existen más culpables que la vida.

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